8 nov 2011

IDEAS

Se equivocan quienes piensan, y parecen ser cada vez más, que la política tiene mucho más de gestión que de ideología. En tiempos difíciles, la ideología tiene pocos defensores. Se la dibuja como una rémora, como un estorbo, como una antigualla. Y lo hacen quienes pretenden que la suya propia no se note mucho. El ataque a las ideas progresistas es en sí misma una manifestación ideológica más de la derecha. Lo que pasa es que, precisamente por esa presión ambiental que fomenta la derecha, los socialistas también la ponemos en un segundo plano, como si prefiriéramos hablar de carreteras, de hospitales o de pensiones de un modo ajeno a nuestra visión del mundo. Y es un error.

En primer lugar porque ese abandono deja el campo libre para que se extiendan ideas, soluciones y fórmulas que la derecha lanza como si fueran meras soluciones técnicas, cuando no lo son. Un ejemplo reciente, la propia Junta de Extremadura da a conocer que las listas de espera sanitarias han crecido mucho en estos meses. ¿Qué raro, no?. Un gobierno aparentemente hablando mal de su gestión. Pero es que a continuación viene la supuesta solución neutral. Como hay mucha gente esperando, vamos a tener que hacer operaciones, además de en los hospitales del sistema regional público, en otros centros. O sea, ese anuncio es la coartada para justificar una parcial privatización de servicios sanitarios, pero nunca lo dirán así.

Y en segundo término porque nos hace menos reconocibles para nosotros mismos y para nuestros votantes. Para nosotros mismos porque lo que nos une, o al menos debería, es tener una concepción similar del mundo, un análisis parecido, y una batería de principios y valores con los que armarnos para cambiarlo. Si esas referencias desaparecen o no se ponen en primer término, abrimos la puerta de nuestro proyecto a personas a las que les interesa por cualquier motivo, confesable o menos confesable, sumarse a nosotros sin compartir nuestros valores. Y eso al final conduce a lo que todos sabemos, gente que pasa por los gobiernos o sus aledaños y que desaparece cuando pasamos a la oposición. Y no es siempre por oportunismo, también pueden ser personas bienintencionadas a las que no explicamos que ser socialistas consiste en mucho más que compartir un tramo del camino o una mínima parte de nuestras propuestas.

Y para nuestros votantes porque sin esas referencias ideológicas los socialistas nos confundimos con el paisaje de las soluciones tecnocráticas, con los batallones de gestores, con los puros gerentes de la cosa pública. Si la cuestión se le plantea a la gente en términos de quién hace mejor las carreteras, pueden elegir a cualquiera. Si la gente se planteara que red de carreteras es más justa o más solidaria o que sistema de carreteras hace a los ciudadanos más iguales, seguramente mirarían hacia nosotros. Por tanto tenemos que ser nosotros quienes planteemos las cuestiones políticas en estos términos ideológicos. Porque las respuestas de los ciudadanos estarán influidas por la forma de hacerles las preguntas. Y hay en los votantes progresistas siempre un fondo de valores cercanos que esperan ser removidos más a menudo de lo que lo hacemos.

Creo que debemos exhibir con el orgullo de siempre esos principios y esos valores, esos que nos hacen indignarnos con muchas cosas de las que vemos en los telediarios, como a tanta gente que desea compartir ese sentimiento y cambiar las cosas. La derecha dice que “siempre ha habido ricos y pobres”, dice que “el mundo es así”, dice que “a quien dios se la dé, san pedro se la bendiga”. Nosotros no somos conformistas, somos activistas, queremos cambiar el mundo, no solo mejorar nuestro bloque o nuestra calle. Por eso hay que hablar sin reparos de la superioridad moral de nuestros valores y principios, una ética pública nada cómoda, muy exigente y que nos conecta con lo mejor de la humanidad a lo largo de la historia. Somos los herederos y los continuadores de Pablo Iglesias, sí, pero también somos los herederos de Luther King, de Fray Bartolomé de las Casas, de Gandhi, de Espartaco, de Mandela, de Teresa de Calcuta, de Simone Weil, del Ché, de Lennon, de Rigoberta Menchú, de todos aquellos a los que no les gustaba el mundo alrededor y decidieron hacerlo mejor armados de ideas como solidaridad, fraternidad, igualdad, compasión, pacifismo, justicia, generosidad o desprendimiento. Es decir, las nuestras.


Ignacio Sánchez Amor,

Candidato número 2 al Congreso de los Diputados

por el Partido Socialista en la provincia de Badajoz.

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